El metro paró en la estación y de el bajó Paloma. La estación estaba vacia, era ya de noche. Cuando estaba subiendo las escaleras que conducían al exterior una lagrima resbaló por sus mejillas. Habían pasado 2 horas desde aquella llamada y aun no daba credito a lo que había sucedido. Nick Zed, el maestro del dibujo y de la fantasía se había ido para siempre. LLamó al telefonillo del viejo edificio y subió. La casa de Nick en la que había estado tantas veces estaba abarrotada de gente. Un olor a flores recordaba constantemente la repentina tragedia,un ataque al corazón, dijerón los medicos; era bien sabido que Nick no se cuidaba. Vivía por y para sus comics: su mundo de fantasía, y ahora aquel corazón que el había obviado durante tanto tiempo se lo había llevado, a el y a su obra. La madre de Nick se abalanzó sobre Paloma abatida, sus 3 hermanos paseaban nerviosamente por la habitación,incredulos. Sus pocos amigos comtemplaban el triste espectaculo sentados en el sofa, contando anecdotas sobre el y recordando su inmortal obra.
Paloma pidió permiso para acceder a su habitación, le fué concedido. La puerta entreabierta al final del pasillo resultaba tetrica ante lo que Paloma sabía que se iba a encontrar allí. Caminó lentamente por el corredor con un nudo en la garganta, cerró los ojos, los abrió. Allí estaba Nick, tumbado en la cama, rigido y tranquilo. A su lado, en la mesa del escritorio, un montón de hojas acompañadas de rotuladores y pinturas revelaban que Nick le había estado dando duro a su talento antes de morir. Se trataba seguramente de "La invasión de los Cheppenú" su ultima obra, aseguraba que iba a ser la bomba, que iba a barrer librerias. La parca se cruzó en su camino y jamas podriamos disfrutarla. Paloma le hechó un vistazo a las hojas. Dibujos, anotaciones,flechas,numeros, bocetos...nada que pudiera ser utilizable para editar. "La invasión de los Cheppenú" jamás vería la luz.
Cuando la prensa se hizo eco de la noticia a la mañana siguiente el ambiente funebre ya se había disuelto. Las cenizas de Nick eran esparcidas por el lugar que el hubiera deseado y su obra, incompleta, era guardada en la oscuridad de un cajón para siempre.
Paloma regresó a casa en el mismo metro. Se acordaba de Nick, de todo lo que habían vivido juntos, de todos los comics que había llegado a publicar. Puede que su desaparición fuera dura pero, en ese instante, se acordó de una frase del intelectual italiano Pasolini:
Es pues absolutamente necesario morir, ya que mientras vivimos carecemos de sentido, y el lenguaje de nuestra vida (con el que nos expresamos, y al que, por tanto, atribuimos máxima importancia) es intraducible: un caos de posibilidades, una búsqueda de relaciones y de significados sin solución de continuidad. La muerte realiza un fulmíneo montaje de nuestra vida, o sea, elige los momentos realmente significativos (y ya no modificables con otros posibles momentos contrarios o coherentes), y los pone en sucesión, convirtiendo nuestro presente, infinito, inestable e incierto, y por tanto lingüísticamente no descriptible, en un pasado claro, estable, cierto, y por tanto lingüísticamente bien descriptible (en el ámbito de una Semiología General). Sólo gracias a la muerte nuestra vida nos sirve para expresarnos”. [P.P. Pasolini, Empirismo eretico, p. 241, Garzanti].
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